Es el corazón de los Altos de Jalisco: Jalostotitlán, tierra de gente bella, tierra de carnaval.
Cada año, en los días previos al miércoles de ceniza, se transforma en un lugar de ininterrumpida fiesta, música y baile.
La monumental plaza de toros “Fermín Espinoza Armillita” se engalana con las estrellas del arte taurino, reviviendo la ancestral herencia española en la fiesta brava.
Las bellas reinas de la región, embajadoras de sus municipios, iluminan con su presencia el colorido desfile inaugural, que adorna las calles del pueblo con danzas, carros y caballos, y se prolonga por días en las bandas, en cada esquina, en cada rincón.
El orgullo alteño se pavonea vestido de charro, cortejando a las hermosas mujeres: delicadeza, agilidad y fuerza del deporte mexicano: las escaramusas; y presumiendo las calas, los peales, el coladero, el jineteo de toro y yegua, la terna en el ruedo, manganas y el paso de la muerte; las suertes de la charrería.
La belleza se reúne a girar en torno a un kiosco, mientras caballerosamente recibe en su cabeza el adorno que premia su hermosura: el confeti y las flores de la serenata.
Cada año vuelven los ausentes a su tierra, a celebrar el carnaval.
Es una tradición de Jalostotitlán.
Comments