De pronto el mundo es un sitio entre tantos
tan pequeño como nuestro tiempo y tan inmenso como nuestros sueños,
tan vivo como mi fe y tan inerte como mis recuerdos.
Suspiro al pensarte y divagar en tu sufrimiento
y regresa mi aliento soñando tu dicha
mi risa se fue contigo, tu corazón conmigo se queda
todo al momento, crudamente, amorosamente.
Mi alma desgarrada por tu adiós llora las horas de vida
que compartió contigo tras una misma ilusión,
un mismo sendero, un mismo fin;
mi compañero, mi guía, mi hermano mayor...
Inconsolable llanto acompaña tu ausencia
y desfallecido estoy por la pena tan grande
que usó Dios para volverle yo a amar,
con los ojos cansados de llorar espero ese día,
el dulce día de encontrarnos de nuevo
sin tener que despedirnos jamás,
sin más lágrimas que las que brotan de felicidad,
sin volver a sentir dolor.
Duerme tranquilo, que velaré tu sueño,
ya no sufras, tu cansado camino llegó a su meta,
recibe esa corona eterna, el premio de esta carrera que has ganado.
El cielo te recibe con una ovación de pie
"una vez más venció el amor".
Roberto Pablo, "famoso y humilde"
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